viernes, 1 de agosto de 2008

COMEN DE MATAR....


Me llamó la atención un grupo de adolescentes uniformados, los cuales conversaban animadamente; al acercarme al grupo pude notar que en la ropa tenían gravada la insignia que identifica un afamado centro de enseñanza, donde los alumnos aprenden la disciplina castrense. También aprenden a utilizar las armas de fuego.
Me tomé el abuso de interrumpirles la conversación, y amigablemente les ofrecí enseñarles algo útil, a lo que ellos accedieron. Abrí mi boca para preguntar: ¿para qué sirve una gorra?, quitándome la que tenía puesta; una de las jóvenes me respondió: ¡para protegerse del sol!.
Al preguntar para qué sirve un bolígrafo, otra joven me dijo que para escribir; pregunté para qué sirve un par de zapatos, y otra me respondió: ¡para calzarse los pies!. También hice referencia a una caja de compacto de tocador, haciéndoles ver que sirve para maquillarse.
Entonces lancé la pregunta crucial: ¿y para qué sirve un fusil?; una de ellas, la líder del grupo, me respondió: ¡para defenderse!. Así están las cosas en el mundo de hoy día: el ser humano se arma y se adiestra en el empleo de tecnología letal …¡para defenderse!.
Algo cuya inocuidad hay que poner necesariamente en entredicho, está entretejido profundamente en esta manera de pensar, ¿por qué?: ¡porque cuando un arma es utilizada para lo que técnicamente fue concebida y fabricada, siembra la tragedia y el dolor en la familia humana!; no se necesita sino ser lo suficientemente sensible para entenderlo, ¿verdad?.
En mi record tengo, el haber pasado más de un cuarto de siglo en filas; de manera que hablo con propiedad al hacer esta disertación; y me adentro en ella, con la preocupación natural de un padre que probablemente llegue a ser abuelo, y que observo el desangre en que está la sociedad debido a la existencia y empleo de las armas.
Al hecho de no desear que a alguien de mi familia le suceda algo trágico, se suma el sentido de responsabilidad con quienes no han podido abrevar en “las aguas” (ISAÍAS 55, v. 1) de “la verdad” (DANIEL 10, v. 21). Este corto trabajo, es un intento para motivar a la persona acuciosa, la que desea saber qué es lo que se esconde detrás de las armas.
Antes de continuar haré referencia, al episodio donde un hombre con mentalidad netamente científica, fue amonestado por Jesucristo en los siguientes términos: “no seas incrédulo, sino creyente” (JUA 20, vs. 26 y 27); es clara la lección, particularmente en el sentido de que sólo el que es “creyente”, terminará conociendo los verdaderos motivos del comportamiento salvaje de los seres humanos; porque el “incrédulo” continuará en “tinieblas” (MAT 6, vs. 22 y 23).
Todo lo que está alrededor de las armas, desde su concepción, pasando por el diseño, fabricación, almacenamiento, tráfico, venta y empleo de las mismas, está divorciado de palmo a palmo de lo que está en “la mente de Cristo” (1ª COR 2, v. 16), ¿por qué razón?: porque Cristo vino “para que” tengamos “vida, y para que la” tengamos “en abundancia” (JUA 10, v. 10); ¡él no vino para traer muerte!, ¿cuesta mucho entenderlo?.
De manera que, aparte de lo ya dicho en torno a las armas, la organización, equipamiento, adiestramiento y empleo de cuerpos armados en el planeta, rompiendo con violencia los vasos capilares de los seres humanos, está lejos de ser el fruto de una concepción existencial aprobada por quien “no” quiere “la muerte del que muere” (EZQ 18, v. 32).
La tesis de que es causando “la muerte” de hombres, mujeres, niños y ancianos, como se resuelven las diferencias entre los seres humanos, tiene su origen en la mente del “diablo” (HEBREOS 9, v. 14); los filósofos, que se jactan de una capacidad de pensar fuera de serie, descalifican esta afirmación, sin base cómo hacerlo.
A través de “filosofías y huecas sutilezas” (COL 2, v. 8) generadas el las mentes de los “incrédulos” (APC 21, v. 8), es como “Satanás …engaña al mundo entero” (APC 12, v. 9), y pone a los seres humanos a pelearse y a matarse entre ellos mismos; implanta en sus mentes motivos perversos signados por un egoísmo a ultranza, y con argumentos en los cuales la consideración a la condición humana queda rebasada, llegan así a justificarse los mas crueles asesinatos y genocidios.
Para hacer frente al daño que de esta manera se está ocasionado a la humanidad, Dios tiene profetizado en su “plan” o “consejo” (SAL 33, v. 11), levantar “contra” los “hijos” de “Grecia”, a los “hijos” de “Sion” (ZAC 9, v. 13).
¿Qué es “Grecia”, y quiénes son sus “hijos”?, ¿qué es lo que hace “Grecia”, que a Dios no le agrada, y ve necesario desplegar una operación “contra” los “hijos” de ella?, ¿por qué destaca “contra” ella a los “hijos” de “Sion”?, ¿qué es “Sion” y quiénes son sus “hijos”?. Son preguntas a las que hay que responder.
Los “hijos” de “Grecia” han difundido las “doctrinas de demonios” (1ª TIM 4, vs. 1, 2 y 3) entre “los moradores de la tierra” (APC 17, v. 1 y 2); “pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas” (APC 17, v. 15) “se han embriagado con el vino de” (APC 17, v. 2) las “filosofías” (COL 2, v. 8), salidas de las mentes de personas que se han hecho “imagen” y “semejanza de lo que” está “arriba en el cielo, …abajo en la tierra”, y “en las aguas debajo de la tierra”, es decir los difuntos (ÉXO 20, v. 4); y así es como se levantó un sistema de adoración que se planta “delante de” Dios pero que “no” lo entiende (SAL 73, v. 22).
Los “hijos” de “Sion” son “los entendidos”, es decir los que comprenden a Dios (DAN 12, vs. 3 y 10); por eso son sus colaboradores (1ª COR 3, v. 9) en la ejecución de su “plan” o “consejo”; de “la congregación de” ellos (SAL 149, v. 1) sale “la alabanza” que le agrada a “Dios” (SAL 65, v. 1); andan “como” Cristo “anduvo” (1ª JUA 2, v. 6), es decir “en la ley de Jehová” (SAL 119, v. 1); por lo tanto guardan “los mandamientos” (MAT 19, v. 17), lo que quiere decir que “no” matan ni aprueban que se mate a las personas (ÉXO 20, v. 13). Es triste tener que notarlo: los “hijos” de “Grecia” o filósofos, “no conocen al Padre ni a” (JUA 16, v. 2 y 3) “Jesucristo” (EFE 1, v. 3); pensando “que rinden” un buen servicio, pueden llegar al extremo de aprobar la muerte de los seres humanos. Esta es la gran verdad, y lo demás es especulación filosófica.

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