viernes, 1 de agosto de 2008

IMPONEEEERRRSEEE.....


Recuerdo que cuando niño, mi papá solía decirme que no me dejara fregar por ningún otro niño; obedecer esta instrucción, en algunas ocasiones me llevó a tener que caerme a golpes en la escuela; y en el barrio donde vivíamos y donde transcurrió la mayor parte de mi niñez, la expectativa de tener que pelear con algún otro muchacho, por lo general el guapetón del patio, siempre estuvo presente. Este es un aspecto muy importante de la cultura general de casi todos los pueblos del planeta, y difícilmente se consigue a alguien que no enseñe a su hijo en estos términos: ¡si te dejas, …te doy!.
El hombre es enseñado para no dejarse humillar; este es un aspecto medular de cualquier filosofía política en nuestros tiempos Desde este punto de vista es interesante someter a consideración, lo que hay detrás del intento de un hombre que busca someter a otro hombre; es decir, detenerse a mirar dentro del hombre es necesario, para tratar de determinar qué es lo que lo impulsa a querer imponerse; ¿estamos de acuerdo en esto?.
Esto adquiere mayor importancia, en la medida que los pueblos de la tierra se arman hasta los dientes, teniendo como premisa, la posibilidad de tener que defenderse de la agresión de otro pueblo; porque no debe costar reconocer, que esta es la cuestión que está detrás de las guerras; ¡un pueblo que quiere imponerle a otro su voluntad, …y el otro que rechaza el dejarse poner el pie en el cogote!; ¿quién puede dudar que esto es así?.
De manera que la propuesta de escudriñar “el corazón que maquina pensamientos” para agredir (PROVERBIOS 6, versos 16 y 18), es fundamental para poder entender el fenómeno; porque es en la mente humana, donde se generan los referidos “pensamientos”, donde está el meollo del problema, ¿no es cierto?. Estemos claros que ambos pueblos, enfrascados en una guerra, con su accionar generan mucho dolor, a viudas, huérfanos y madres; de ahí que a los “pensamientos” que están detrás, se los denomine “inicuos” ; ¿lo ve?.
¿Cree usted que hay “espíritu de mansedumbre” (GÁLATAS 6, verso 1), en la persona que quiere imponerse?: Definitivamente, no. La condición del “hombre natural” (1ra CORINTIOS 2, verso 14), está caracterizada por la ignorancia de tal “mansedumbre”, y en su lugar, lo que marca a todo ser humano en esa condición es la “soberbia” (NÚMEROS 15, versos 30 y 31). Esto es para la más profunda reflexión.
Es normal encontrarse a cada momento, la persona que tiene como de mas alto valor, …¡no declinar!; en este sentido la persona se asienta firmemente en su modo de pensar, es decir, en el “¡a mí me parece!”; y recordemos que son los “pensamientos inicuos” los que “aborrece Jehová” (PROVERBIOS 6, verso 16); los mismos, ¿no están asociados a la persona que tiene “ojos altivos” (PROVERBIOS 6, verso 17)?.
Tal “como dice la Escritura” (JUAN 7, verso 38), en el programa de Dios está previsto que: “La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada”; y tal “altivez”, ¿no es la que trata de imponerse por encima de lo que "Jehová” considera su voluntad (ISAÍAS 2, verso 11)?.
La persona lista debería ir teniendo claro, que no es conveniente continuar por el camino de los que aborrecen “la corrección” (PROVERBIOS 15, verso 10), ¿por qué?: “Porque viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios …serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama” (MALAQUÍAS 4, verso 1); esta terrible advertencia escrita en “el libro de la verdad” (DANIEL 10, verso 21), ¿no debería conminar a la persona orgullosa “al arrepentimiento” (2da PEDRO 3, verso 9)?. Así, en términos coloquiales se puede afirmar que …¡el orgullo no paga!, ¿cierto?.
Habíamos quedado en que la ignorancia caracteriza al orgulloso; el ” hombre” orgulloso (ISAÍAS 2, verso 17), necesita aprender lo que no sabe; para eso tiene que ir al único que lo puede enseñar; y debe ir tal como se encuentra: ¡cargado de orgullo!; si eso sucede así, él lo hará “descansar” de ese orgullo, es decir lo quitará, haciéndolo poco a poco cada vez mas humilde (MATEO 11, verso 28); porque, ¿no es Cristo el que instruye diciendo: “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas” (MATEO 11, verso 29)?.
De modo que el problema radica en el esfuerzo (trabajo arduo), de la persona orgullosa por estar bien con Dios, pero a la manera de “los hombres”, es decir, separada de “Cristo” (COLOSENSES 2, verso 8), el que declaró: “Yo soy: el camino”, …¡no hay otro! (JUAN 14, verso 6). Esto quiere decir lo siguiente: la persona debe de una vez por todas, dejar de menospreciar “la corrección del Todopoderoso” (JOB 5, verso 17), la cual está anotada en “toda la Escritura …inspirada por Dios”, y es “útil para ensañar, …para corregir” (2da TIMOTEO 3, verso 16).
La clave para llegar a estar entre “los mansos” (MATEO 5, verso 5), es dejar de mirar a filósofos, los “hijos” de “Grecia” (ZACARÍAS 9, versos 13 y 14); y en lugar de eso poner “los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe” (HEBREOS 12, verso 2). Porque la “fe no fingida” (1ra TIMOTEO 1, verso 5), ¿no es “la fe de Jesús” (APOCALIPSIS 14, verso 12)?.Porque el hombre orgulloso debe saber que “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”, según las palabras pronunciada por San “Pedro” (HECHOS 4, vs. 8 al 12), las cuales son para conmover el “corazón de piedra” (EZEQUIEL 36, versos 26 y 27), donde reina la “soberbia” (NÚMEROS 15, versos 30 y 31). D.R

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